Un estudio muestra que la variante del SARS-CoV-2 que domina hoy en Reino Unido escapa a algunos anticuerpos en el laboratorio. Sin embargo, dos dosis de vacuna bastan para generar una respuesta neutralizante en el 95 % de los voluntarios. Los investigadores recuerdan, además, que la inmunidad real va más allá de lo que muestran los experimentos in vitro.

Los mejores médicos saben que tienen una multitud de diagnósticos a su disposición y pueden seleccionar el que tenga más probabilidades de beneficiar a un paciente determinado en un momento determinado. En otras palabras, cuando alguien hace un diagnóstico, no siempre significa que existe un trastorno discreto que está completamente separado de todos los demás.

Las vacunas han dado la vuelta a una pandemia en la que el derrotismo se había extendido tanto como el propio coronavirus SARS-CoV-2. La llegada de las variantes reavivó viejos temores ante la preocupación de que estas herramientas, que tantas vidas están salvando, dejaran de funcionar. De momento, los datos procedentes de países como Reino Unido e Israel son tranquilizadores: las vacunas aguantan. Un nuevo estudio publicado hoy en la revista Nature muestra que la variante delta es capaz de esquivar algunos anticuerpos en condiciones de laboratorio, pero no escapa tras dos dosis de Pfizer o AstraZeneca.

Los autores tomaron el suero de 103 personas que habían sido infectadas por el SARS-CoV-2 hasta doce meses antes, así como el de 59 voluntarios que habían recibido una o dos dosis de la vacuna de Pfizer o AstraZeneca. También varios anticuerpos monoclonales obtenidos en el laboratorio, utilizados en algunos tratamientos como el cóctel de la empresa Regeneron. A continuación, añadieron la variante delta (B.1.617.2) y esperaron.

“Vimos que el aumento de transmisibilidad de la variante delta está asociado con una resistencia parcial a la neutralización por los anticuerpos”, resume a SINC el investigador del Instituto Pasteur y coautor del estudio, Oliver Schwartz.

Algunos de los anticuerpos monoclonales, como el bamlanivimab, eran incapaces de unirse a la espícula de esta variante. Esto sugiere, según los investigadores, que delta es capaz de escapar de los anticuerpos que se dirigen a ciertas partes de la espícula. Otros, como el casirivimab y el imdevimab que forman parte del cóctel de Regeneron, “permanecieron activos”, probablemente porque se unen a otro sitio.

Los resultados también mostraron que los anticuerpos de los pacientes que habían sido infectados en el pasado por el coronavirus eran cuatro veces menos potentes a la hora de unirse a la variante delta. En el caso de los vacunados con una dosis de Pfizer o AstraZeneca, el suero “apenas inhibía” la variante delta y beta: solo un 10 % de las muestras fueron capaz de neutralizar el virus.

La buena noticia: el estudio mostró que las vacunas protegen contra delta, pero solo tras la segunda dosis

La buena noticia es que el estudio sí mostró que las vacunas protegen contra delta, pero solo tras la segunda dosis: “Una sola dosis no activa cantidades suficientes de anticuerpos neutralizantes”, explica Schwartz. Sin embargo, lo importante es que las dos vacunas que los investigadores analizaron “resisten” esta variante. En este caso, el 95 % de los individuos generaban una respuesta neutralizante, aunque los niveles de anticuerpos fueran entre tres y cinco veces menos potentes en comparación con alfa.

Schwartz matiza que el trabajo se centró en el efecto de la variante sobre los anticuerpos. Si algo hemos aprendido gracias a los datos de efectividad en condiciones reales es que nuestro sistema inmunitario va mucho más allá: “Otras partes de la respuesta inmunitaria, incluida la celular, también juegan un rol importante”.

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